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En el artículo ¿Es posible reformar Naciones Unidas?, aparecido en El País el 28 de abril, CRISTINA MANZANO nos habla de la necesidad de reformar un sistema de gobernanza global (Naciones Unidas), nacido en 1945, dado que no basta para hacer frente a los desafíos del siglo XXI.
El gran avance que supuso el nacimiento de la ONU solo fue posible después del mayor ejercicio de destrucción de la historia humana. ¿Podría ser el coronavirus —el mayor disruptor desde la II Guerra Mundial— el motor para adaptar la gobernanza global a las necesidades del siglo XXI?
La pregunta del millón es cómo lograr los incentivos para movilizar una transformación tan compleja en un momento tan difícil.
Un reciente ejercicio aspira a reactivar a estos últimos. La gobernanza global y el surgimiento de instituciones globales para el siglo XXI (Cambridge University Press) es un exhaustivo y ambicioso trabajo que parte de un profundo conocimiento del entramado institucional en sus diferentes niveles: económico, social, medioambiental y de seguridad. Sus autores, Augusto López-Claros, Arthur L. Dahl y Maja Groff bucean en la historia del sistema y de las críticas recibidas desde su nacimiento.
La publicación revisa minuciosamente el papel de organismos, agencias e instituciones y plantean propuestas concretas de discusión, reforma y mejora, algunas rescatadas del propio diseño inicial de Naciones Unidas.
El libro da pistas para ganar legitimidad democrática. Legitimidad democrática significa también existencia de mayores espacios para la rendición de cuentas, transparencia…y mayor aprendizaje para la adaptación y la mejora continua.
He aquí algunas de esas pistas o apuestas -entre otr@s – por:
(1) acercar la organización a la ciudadanía mediante una Asamblea Parlamentaria Mundial que funcionaría de modo similar al Parlamento Europeo.
(2) la creación de una Cámara de la Sociedad Civil, de carácter consultivo, que reconozca la participación de los actores no gubernamentales. Los referentes son el Foro de ONG previo a la Cumbre del Milenio de 2000 y su papel en otros avances multilaterales como el Acuerdo de París, el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares o la puesta en marcha de la Corte Penal Internacional.
(3) la sustitución del Consejo de Seguridad por un Consejo de carácter ejecutivo,
(4) la creación de una Fuerza Internacional de Paz y de un Tribunal Internacional de Derechos Humanos, otro anticorrupción,
(5) la revisión de la arquitectura financiera global para luchar mejor contra la pobreza y la desigualdad,
(6) un enfoque integrado para mejorar y ampliar la capacidad de la gobernanza medioambiental
…pero me pregunto si ¿pensar que del Covid-19 sacaremos algo positivo (un aprendizaje, un acuerdo común, un cambio, una mejora…) no es más que otra rareza espacial?