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Siguiendo con el post inicial sobre Pensamiento Evaluativo, y como se indica en el post “Pensamiento evaluativo: el corazón de la evaluación (significativa y útil)“, el pensamiento evaluativo:
(1) Se aplica de manera más amplia y está profundamente arraigado que las actividades/los procesos de evaluación.
(2) Está integrado en toda la organización y en todas sus operaciones. No se limita a un programa, un propósito, un punto en el tiempo.
(3) Está motivado por la curiosidad natural y las ganas de aprender y mejorar.
La evaluación es el “qué” y el pensamiento evaluativo es el “por qué”.
La evaluación requiere ciertas habilidades, recursos y capacidades. El pensamiento evaluativo también requiere ciertas actitudes, motivos y hábitos.
Es posible evaluar sin pensamiento evaluativo. Pero hacerlo a menudo es doloroso y sin sentido.
Al cultivar una cultura organizacional y un hábito de pensamiento evaluativo, las organizaciones sin pueden elevar sus esfuerzos de evaluación, mejora de la calidad y gestión del desempeño para que ya no sean cargas requeridas sino consultas valiosas. El pensamiento evaluativo es la actitud y el enfoque que da vida, significado y valor a actividades que de otro modo serían requeridas y a menudo resentidas.