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En el artículo “Evaluar ahora, y no cuando ya sea tarde“ Cristina Monge indicaba que “adolecemos de una falta de cultura de evaluación en el conjunto de las administraciones públicas y en otras organizaciones privadas que resulta todo un hándicap para la gestión”. “Probablemente porque se ve como un proceso en busca de culpables, con ánimo inquisitorial y estigmatizador; pero siendo cierto que, en algunos casos, quien lo propone puede estar buscando ese efecto, tal situación podría combatirse sistematizando la evaluación de manera que forme parte de los procesos de gestión habituales.”
En varias ocasiones en declaraciones recientes sobre la evaluación se hace referencia a que “la evaluación no busca culpables”, sino aprendizajes. Mi experiencia me dice que si por culpables nos referimos a “responsables”, habría que matizarlo. Las instituciones no suelen tener en su deseo el aprender por aprender, ya que suelen tener siempre otras prioridades y urgencias. Sin una rendición del cuentas hacia ese aprendizaje organizacional. la evaluación nunca será una prioridad institucional. Quizás la forma de reposicionar la importancia de la evaluación, es mejorar la rendición de cuentas de las instituciones públicas. Y esto está relacionado con lo que Cristina Mongue llama “institucionalizar la evaluación”
Lo cierto es que una parte de una evaluación puede clarificar de alguna forma (a) cómo debieron o podrían ser en diseño o en teoría y (b) cómo fueron, en la práctica, las líneas de responsabilidad durante la ejecución de una intervención y establecer conclusiones y recomendaciones al respecto…como una forma de aprender y sacar conclusiones sobre esa distribución de responsabilidades de cara a las futuras mejoras.
Por tanto la verdadera madurez para la evaluación de políticas sólo llegará (a) con esa asunción de responsabilidades y (b) con la cultura (institucional, social…) de aceptación y comprensión del fallo, del error, (a) como norma, como parte del proceso de aprendizaje y mejora, y (b) no como parte de un proceso de aniquilación partidista del contrario. Entonces (progresando hacia esa madurez) la evaluación se institucionalizará y pasará de sueño a realidad.