This is an Eval Central archive copy, find the original at triplead.blog.
Estas semanas pasadas intercambiaba con colegas sobre la oportunidad y la necesidad de la evaluación en relación a la respuesta de las políticas públicas al COVID. Coincidimos en la relevancia de diseñar evaluaciones de la “preparación, mitigación, respuesta y la rehabilitación/reconstrucción”, de sectores como salud, educación, protección social…sigamos soñando.
De nuevo sobre evaluabilidad, retomamos este documento de “antes de ayer” (2007): “LA EVALUABILIDAD: DE INSTRUMENTO DE GESTION A HERRAMIENTA ESTRATEGICA EN LA EVALUACION DE POLITICAS PUBLICAS” de Marisa Merino, dentro de Papeles de Evaluación (dentro del Tipo “Métodos y herramientas”) de la “difunta” AEVAL (Ministerio de Administraciones Públicas), que dado lo que ha progresado la función de evaluación de las políticas públicas españolas, pareciera cómo que en nuestro sistema fuéramos un pasito para adelante y uno (o dos) pasito(s) para atrás.
Este documento se centra en la evaluación de evaluabilidad, que surgió en los años 70 (iii hace más de cuarenta años iii) como instrumento para la gestión de programas, pero cuyo mayor potencial se vislumbra como herramienta estratégica en el campo de las políticas públicas y el fomento de la cultura evaluadora. Estudia la evolución de la evaluabilidad hasta nuestros días; analiza sus objetivos y límites; examina algunas controversias recientes; justifica las razones para su uso.
Por lo que nos cuesta el tema éste de la evaluación creo que algun@s la ven como un pecado mortal, que te condena poco a poco. Y aunque algun@s la consideremos un espejismo, especial, como caída de otro planeta y blanca como el día, otros la deben considerar veneno si te quieres enamorar, tan caliente y fría, que si te la bebes de seguro te va a matar…porque de otra forma no se entiende la falta de atención a la evaluación en las políticas públicas…
Y aquí dejamos, para practicar, este baile (de la evaluación): que aunque a veces parece que no avanza…no nos rindamos, nos queda la música…y “que nos quiten lo bailao”